“Porque no hará nada Jehova el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Amos 3:7.

Archivo para diciembre, 2008

Dios cuida y guía a su pueblo

Salmos 78

1ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.
2Abriré mi boca en parábola; Hablaré cosas reservadas de antiguo:

3Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.

4No las encubriremos á sus hijos, Contando á la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo.

5El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos;

6Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán, lo cuenten á sus hijos;

7A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos:

8Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu.

9Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el día de la batalla.

10No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley:

11Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.

12Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13Rompió la mar, é hízolos pasar; E hizo estar las aguas como en un montón.

14Y llevólos de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.

15Hendió las peñas en el desierto: Y dióles á beber como de grandes abismos;

16Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.

17Empero aun tornaron á pecar contra él, Enojando en la soledad al Altísimo.

18Pues tentaron á Dios en su corazón, Pidiendo comida á su gusto.

19Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, Y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne á su pueblo?

21Por tanto oyó Jehová, é indignóse: Y encendióse el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel;

22Por cuanto no habían creído á Dios, Ni habían confiado en su salud:

23A pesar de que mandó á las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,

24E hizo llover sobre ellos maná para comer, Y dióles trigo de los cielos.

25Pan de nobles comió el hombre: Envióles comida á hartura.

26Movió el solano en el cielo, Y trajo con su fortaleza el austro.

27E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Y aves de alas como arena de la mar.

28E hízolas caer en medio de su campo, Alrededor de sus tiendas.

29Y comieron, y hartáronse mucho: Cumplióles pues su deseo.

30No habían quitado de sí su deseo, Aun estaba su vianda en su boca,

31Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, Y mató los más robustos de ellos, Y derribo los escogidos de Israel.

32Con todo esto pecaron aún, Y no dieron crédito á sus maravillas.

33Consumió por tanto en nada sus días, Y sus años en la tribulación.

34Si los mataba, entonces buscaban á Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya.

35Y acordábanse que Dios era su refugio. Y el Dios Alto su redentor.

36Mas le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían:

37Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.

38Empero él misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía: Y abundó para apartar su ira, Y no despertó todo su enojo.

39Y acordóse que eran carne; Soplo que va y no vuelve.

40¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, Lo enojaron en la soledad!

41Y volvían, y tentaban á Dios, Y ponían límite al Santo de Israel.

42No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;

43Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, porque no bebiesen.

45Envió entre ellos una mistura de moscas que los comían, Y ranas que los destruyeron.

46Dió también al pulgón sus frutos, Y sus trabajos á la langosta.

47Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con piedra;

48Y entregó al pedrisco sus bestias, Y al fuego sus ganados.

49Envió sobre ellos el furor de su saña, Ira y enojo y angustia, Con misión de malos ángeles.

50Dispuso el camino á su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida á la mortandad.

51E hirió á todo primogénito en Egipto, Las primicias de las fuerzas en las tiendas de Châm.

52Empero hizo salir á su pueblo como ovejas, Y llevólos por el desierto, como un rebaño.

53Y guiólos con seguridad, que no tuvieron miedo; Y la mar cubrió á sus enemigos.

54Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.

55Y echó las gentes de delante de ellos, Y repartióles una herencia con cuerdas; E hizo habitar en sus moradas á las tribus de Israel.

56Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;

57Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volviéronse como arco engañoso.

58Y enojáronlo con sus altos, Y provocáronlo á celo con sus esculturas.

59Oyólo Dios, y enojóse, Y en gran manera aborreció á Israel.

60Dejó por tanto el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres;

61Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.

62Entregó también su pueblo á cuchillo, Y airóse contra su heredad.

63El fuego devoró sus mancebos, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64Sus sacerdotes cayeron á cuchillo, Y sus viudas no lamentaron.

65Entonces despertó el Señor á la manera del que ha dormido, Como un valiente que grita excitado del vino:

66E hirió á sus enemigos en las partes posteriores: Dióles perpetua afrenta.

67Y desechó el tabernáculo de José, Y no escogió la tribu de Ephraim.

68Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sión, al cual amó.

69Y edificó su santuario á manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.

70Y eligió á David su siervo, Y tomólo de las majadas de las ovejas:

71De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase á Jacob su pueblo, y á Israel su heredad.

72Y apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos.

Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

El Principe y El Rey

16Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

17Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es á saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio:

19Honra á tu padre y á tu madre: y, Amarás á tu prójimo como á ti mismo.

20Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi juventud: ¿qué más me falta?

21Dícele Jesús: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y da lo á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

22Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.

23Entonces Jesús dijo á sus discípulos: De cierto os digo, que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.

24Mas os digo, que más liviano trabajo es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

25Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?

26Y mirándo los Jesús, les dijo: Para con los hombres imposible es esto; mas para con Dios todo es posible.

27Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido: ¿qué pues tendremos?

28Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las doce tribus de Israel.

29Y cualquiera que dejare casas, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna.

30Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

Mateo 19:16-30.

El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.

1 Juan 2
1HIJITOS míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, á Jesucristo el justo;
2Y él es la propiciación por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

3Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos.

4El que dice, Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él;

5Mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él.

6El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.

7Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.

8Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros; porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra.

9El que dice que está en luz, y aborrece á su hermano, el tal aun está en tinieblas todavía.

10El que ama á su hermano, está en luz, y no hay tropiezo en él.

11Mas el que aborrece á su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe á donde va; porque las tinieblas le han cegado los ojos.

12Os escribo á vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os son perdonados por su nombre.

13Os escribo á vosotros, padres, porque habéis conocido á aquel que es desde el principio. Os escribo á vosotros, mancebos, porque habéis vencido al maligno. Os escribo á vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.

14Os he escrito á vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito á vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno.

15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

16Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo.

17Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre.

18Hijitos, ya es el último tiempo: y como vosotros habéis oído que el anticristo ha de venir, así también al presente han comenzado á ser muchos anticristos; por lo cual sabemos que es el último tiempo.

19Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros; porque si fueran de nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que todos no son de nosotros.

20Mas vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

21No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino como á los que la conocéis, y que ninguna mentira es de la verdad.

22¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo.

23Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre. Cualquiera que confiese al Hijo tiene también al Padre.

24Pues lo que habéis oído desde el principio, sea permaneciente en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio fuere permaneciente en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.

25Y esta es la promesa, la cual él nos prometió, la vida eterna.

26Os he escrito esto sobre los que os engañan.

27Pero la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe; mas como la unción misma os enseña de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado, perseveraréis en él.

28Y ahora, hijitos, perseverad en él; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida.

29Si sabéis que él es justo, sabed también que cualquiera que hace justicia, es nacido de él.

Buscad las cosas de arriba

Colosenses 3

1SI habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios.

2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

3Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

5Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y avaricia, que es idolatría:

6Por las cuales cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de rebelión.

7En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas.

8Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.

9No mintáis los unos á los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,

10Y revestídoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme á la imagen del que lo crió;

11Donde no hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha, siervo ni libre; mas Cristo es el todo, y en todos.

12Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia;

13Sufriéndoos los unos á los otros, y perdonándoos los unos á los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Crito os perdonó, así también hacedlo vosotros.

14Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección.

15Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, á la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.

16La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos á los otros con salmos é himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.

17Y todo lo que hacéis, sea de palabra, ó de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias á Dios Padre por él.

18Casadas, estad sujetas á vuestros maridos, como conviene en el Señor.

19Maridos, amad á vuestras mujeres, y no seáis desapacibles con ellas.

20Hijos, obedeced á vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor.

21Padres, no irritéis á vuestros hijos, porque no se hagan de poco ánimo.

22Siervos, obedeced en todo á vuestros amos carnales, no sirviendo al ojo, como los que agradan á los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo á Dios:

23Y todo lo que hagáis, hacedlo de ánimo, como al Señor, y no á los hombres;

24Sabiendo que del Señor recibiréis la compensación de la herencia: porque al Señor Cristo servís.

25Mas el que hace injuria, recibirá la injuria que hiciere; que no hay acepción de personas.

El Evangelio de JesuCristo

Marcos 1

1PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

2Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti.

3Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas.

4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.

5Y salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados.

6Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.

7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.

8Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo.

9Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.

10Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre él.

11Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.

12Y luego el Espíritu le impele al desierto.

13Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

14Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,

15Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.

16Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.

17Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.

18Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.

19Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.

20Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.

21Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.

22Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.

23Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,

24Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.

25Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él.

26Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de él.

27Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?

28Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

29Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.

30Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.

31Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía.

32Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados;

33Y toda la ciudad se juntó á la puerta.

34Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.

35Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.

36Y le siguió Simón, y los que estaban con él;

37Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.

38Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.

39Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

40Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

41Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.

42Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.

43Entonces le apercibió, y despidióle luego,

44Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.

45Mas él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á él de todas partes.