“Porque no hará nada Jehova el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Amos 3:7.

Archivo para enero, 2011

LOS OVNI Y LA VIDA EXTRATERRESTRE

En nuestros días es muy común el tema de los OVNI. En Puerto Rico, sobre todo, se habla muchos avistamientos y hasta de contactos con extraterrestres. Es increíble que tanta gente crea en estas cosas sin ni siquiera analizarlo científicamente.

Hace unas décadas se decía que los llamados platos voladores provenían de Marte. Hoy, luego de las exploraciones de este planeta por equipos norteamericanos, se sabe que en ese planeta no puede vivir ni un mosquito. Los propagandistas de los OVNI dicen hoy que esos aparatos misteriosos vienen de Las Pléyades u otras galaxias del cosmos.

Debemos detenernos y pensar cómo podría viajar un vehículo por el espacio. A que velocidad. Pensemos por un instante: la estrella más cercana a nuestro sistema solar, Alfa Centauro, está a cerca de 5 años luz de nosotros. La luz viaja a 300,000 kilómetros por segundo. Eso quiere decir que un minuto luz tendría una longitud de 18 millones de kilómetros. Una hora luz tendría 1,080 millones. Un día luz sería 25,920 millones. Un mes, 777,600 millones. Un año luz tendría la friolera de 9,300,800 millones de kilómetros. Los 5 años luz que nos separan de Alfa Centauro equivaldrían a más de 40,000,000 millones de kilómetros. Esto quiere decir que si un aparato pudiera volar a 1,000,000 de kilómetros por hora, saliendo de nuestro sistema solar, sin detenerse, llegaría a esa estrella en 125.000 años.

Dirán los profetas de los OVNI que esos vehículos vuelan de forma diferente y usan expresiones extrañas para defender sus planteamientos, pero la verdad es que no hay defensa posible.

Una cosa es ciertísima: no estamos solos en el universo. Los millones de cuerpos celestes que vemos en el firmamento no son meros adornos, sino constelaciones, galaxias, soles y planetas creados por Dios. En ese cielo estelar hay millones de planetas habitados. Pensemos: sólo en la Vía Láctea, galaxia a la cual pertenece nuestro sistema solar, hay unos 200 billones de soles. Si cada uno tiene, como nuestro sistema, una familia de planetas que gira a su alrededor, y en sólo uno de ellos hay vida semejante a la nuestra, tenemos 200 billones de planetas habitados en apenas una de miles de galaxias.

En todo el cosmos, donde único hay pecado y toda sus secuela, es aquí en nuestro planeta. De lo contrario, tendría que Cristo ir a cada uno de ellos y dar su vida para salvarlos del pecado. El mismo Dios que creó al hombre a su imagen en nuestra tierra, ha creado seres semejantes en cada planeta habitado. Estos seres nos estudian, saben de las consecuencias del pecado y han decidido por sí mismos no desobedecer las órdenes de Dios. Viven en perfecta armonía, sin muerte, sin enfermedad y sin guerras. Ellos pueden viajar sin necesidad de aparato alguno a velocidades superiores a la de la luz. Ellos quisieran venir aquí, pero la barrera del pecado se lo impide. Pero pronto, cuando el Dios nuestro y de ellos transforme nuestro planeta y sus moradores, entonces habrá una estrecha relación entre ellos y nosotros.

Los tripulantes de esas naves que supuestamente vienen a la tierra son de diversas formas. La mayoría de los que dicen haberlos visto indican que son hombrecillos grises con sólo cuatro dedos en las manos, muy flacos, pero con cabezas desproporcionadas y calvas. Sus bocas son muy pequeñas y por nariz solo tienen unos hoyuelos. Los ojos son grandes, rasgados y todo oscuro, sin blanco. Con tal apariencia, se suponen sumamente inteligentes. En las más recientes películas los ponen con tentáculos y apariencia de animales.

Lo que sí tenemos que visualizar es que en estos últimos días, el enemigo de Dios y de su pueblo está usando toda artimaña posible para acrecentar sus engaños. Ahora no se puede decir que sólo los incultos son engañados. Por medio del espiritismo, el diablo ha llegado a las clases más altas. Por los OVNI ya ha logrado penetrar a la clase científica. Los OVNI son hechos en el taller de Satanás y los seres extraños que aparecen no son otra cosa que miembros de la hueste satánica.

Tenemos que estar listos a negar lo que perciben nuestros sentidos, pues el diablo usará todo los métodos a su alcance para engañar. Pronto esa marejada de avistamientos y encuentros serán más frecuentes. La radio, periódicos y la televisión siempre están listos a dar publicidad a todos los que pretenden ver estas cosas. La mayoría de los casos son invención de los engañados, pero, como en el espiritismo, hay momentos en que sí suceden algunas cosas, pero no provienen de Dios sino del padre de la mentira. Mucha gente se llena la cabeza de fantasías y puede ver cosas extrañas.

La Biblia presenta la aparición del falso Cristo. Esto lo encontramos en 2 Tesalonicenses 2:1-12. Este personaje imitará la venida de Cristo y realizará grandes milagros (verso 9). Él vendrá una vez sea quitado “el que ahora impide”, que es el Espíritu Santo, quien está ahora mientras dure el tiempo de gracia. Una vez termine este tiempo de oportunidad y el Espíritu Santo culmine su obra en la tierra, entonces nada impedirá que “el misterio de iniquidad” se manifieste.

Es posible que esa personificación satánica venga a nuestra tierra en uno de esos platívolos o naves nodrizas. Su propósito es unir los grandes poderes religiosos, mencionados en Apocalipsis 16 como “el dragón, la bestia y el falso profeta. En esto tres se concentran toda las ideologías religiosas del mundo. De las bocas de ellos, continua la profecía, salen “tres espíritus inmundos a manera de ranas”. Estos van a los reyes o gobernantes de la tierra para unirlos para la final batalla, que se llama Armagedón.

El tema de Armagedón es hoy muy estudiado. Casi todos los intérpretes de las profecías insisten en que esta es una guerra literal en un lugar geográfico, el cual todos coinciden que es el Valle de Megido, en el Medio Oriente. Pero realmente esa batalla es espiritual. Es el clímax de la lucha entre el bien y el mal. Toda la tierra será el campo de batalla. Cada uno de nosotros tendremos parte en ese conflicto, que, después de todo, está en su parte preliminar.

En nuestros días predomina lo que se antoja llamar “La Nueva Era”. En esta nueva modalidad de religión caben todas las creencias, iglesias, deno-minaciones y filosofías del mundo, sobre todo el hinduismo y el espiritismo, de donde parte esta moderna herejía. Debido al descuido de la Santa Palabra de Dios, La Biblia, los profesos cristianos están enredándose con los conceptos sofisticados de la Nueva Era. Por doquiera vemos centros de estudio de Dianética, Esotérica, Espiritualismo, Yoga, Bahai y un sin fin de sectas orientales. En esta maraña de dogmas y creencias extrañas no pueden faltar las asociaciones y centros de estudios de los OVNI. Todo estudiante concienzudo de las profecías de la Biblia tiene que llegar a la conclusión de que estamos muy cerca del fin.

Fuente

Hombres Humildes Proclaman El Mensaje

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. (2 Ped. 1: 19).

Este mensaje [Apoc. 14: 6,7] es declarado parte del «evangelio eterno». La predicación del Evangelio no ha sido encargada a los ángeles, sino a los hombres. En la dirección de esta obra se han empleado ángeles santos y ellos tienen a su cargo los grandes movimientos para la salvación de los hombres; pero la proclamación misma del Evangelio es llevada a cabo por los siervos de Cristo en la tierra.

Hombres fieles, obedientes a los impulsos del Espíritu de Dios y a las enseñanzas de su Palabra, iban a pregonar al mundo esta amonestación. Eran los que habían estado atentos a la firme. . . «palabra profética» la «antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga» (2 Ped. 1: 19). Habían estado buscando el conocimiento de Dios más que todos los tesoros escondidos, estimándolo más que «la ganancia de plata» y «su rédito» más «que el oro puro» (Prov. 3: 14, VM). Y el Señor les reveló los grandes asuntos del reino. «El secreto de Jehová es para los que le temen; y a ellos hará conocer su alianza» (Sal. 25: 14).

Los que llegaron a comprender esta verdad y se dedicaron a proclamarla no fueron los teólogos eruditos. Si éstos hubiesen sido centinelas fieles y hubieran escudriñado las Santas Escrituras con diligencia y oración, habrían sabido qué hora era de la noche; las profecías les habrían revelado los acontecimientos que estaban por realizarse. Pero tal no fue su actitud, y fueron hombres más humildes los que proclamaron el mensaje. Jesús había dicho: «Anda entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas» (Juan 12: 35). Los que se apartan de la luz que Dios les ha dado, o no la procuran cuando está a su alcance, son dejados en las tinieblas. Pero el Salvador dice también: «El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8: 12). Cualquiera que con rectitud de corazón trate de hacer la voluntad de Dios siguiendo atentamente la luz que ya le ha sido dada, recibirá aún más luz; a esa alma le será enviada alguna estrella de celestial resplandor para guiarla a la plenitud de la verdad.

Maranata, p.15
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Ve por los caminos y por los vallados, y fuérza los á entrar, para que se llene mi casa.

16El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y convido á muchos.

17Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid, que ya está todo aparejado.

18Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado. 19Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos; ruégote que me des por excusado. 20Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.

21Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entonces enojado el padre de la familia, dijo á su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.

22Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar.

23Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérza los á entrar, para que se llene mi casa.

24Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi cena.

Lucas 14:16-24.

De cierto, de cierto os digo, que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os hartasteis.

Juan 6

1Pasadas estas cosas, fuése Jesús de la otra parte de la mar de Galilea, que es de Tiberias.

2Y seguíale grande multitud, porque veían sus señales que hacía en los enfermos.

3Y subió Jesús á un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

4Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los Judíos.

5Y como alzó Jesús los ojos, y vió que había venido á él grande multitud, dice á Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?

6Mas esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.

7Respondióle Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco.

8Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro:

9Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; ¿mas qué es esto entre tantos?

10Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar: y recostáronse como número de cinco mil varones.

11Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, repartió á los discípulos, y los discípulos á los que estaban recostados: asimismo de los peces, cuanto querían.

12Y como fueron saciados, dijo á sus discípulos: Recoged los pedazos que han quedado, porque no se pierda nada.

13Cogieron pues, é hinchieron doce cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron á los que habían comido.

14Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesús había hecho, decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

15Y entendiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, volvió á retirarse al monte, él solo.

16Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos á la mar;

17Y entrando en un barco, venían de la otra parte de la mar hacia Capernaum. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido á ellos.

18Y levantábase la mar con un gran viento que soplaba.

19Y como hubieron navegado como veinticinco ó treinta estadios, ven á Jesús que andaba sobre la mar, y se acercaba al barco: y tuvieron miedo.

20Mas él les dijo: Yo soy; no tengáis miedo.

21Ellos entonces gustaron recibirle en el barco: y luego el barco llegó á la tierra donde iban.

22El día siguiente, la gente que estaba de la otra parte de la mar, como vió que no había allí otra navecilla sino una, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en ella, sino que sus discípulos se habían ido solos;

23Y que otras navecillas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber el Señor dado gracias;

24Como vió pues la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron ellos en las navecillas, y vinieron á Capernaum buscando á Jesús.

25Y hallándole de la otra parte de la mar, dijéronle: Rabbí, ¿cuándo llegaste acá?

26Respondióles Jesús, y dijo; De cierto, de cierto os digo, que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os hartasteis.
27Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que á vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque á éste señaló el Padre, que es Dios.

28Y dijéronle: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?

29Respondió Jesús, y díjoles: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

30Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?

31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dió á comer.

32Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dió Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

34Y dijéronle: Señor, danos siempre este pan.

35Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

36Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

37Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene, no le hecho fuera.

38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la voluntad del que me envió.

39Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero.

40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

41Murmuraban entonces de él los Judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendí del cielo.

42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?

43Y Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros.

44Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.

45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí.

46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre.

47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

48Yo soy el pan de vida.

49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.

50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera.

51Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

52Entonces los Judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne á comer?

53Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

58Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente.

59Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.

60Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir?

61Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza?

62¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?

63El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.

64Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.

65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir á mí, si no le fuere dado del Padre.

66Desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

67Dijo entonces Jesús á los doce: ¿Queréis vosotros iros también?

68Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.

69Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.

70Jesús le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?

71Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.