“Porque no hará nada Jehova el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Amos 3:7.

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Nunca más la guerra: La oración del Papa Francisco en el encuentro por la paz entre Israel y Palestina

Shimon Peres, el Papa Francisco, Mahmoud Abbas y el Patriarca Bartolomé I / Foto: Alan Holdren (ACI Prensa)
Shimon Peres, el Papa Francisco, Mahmoud Abbas y el Patriarca Bartolomé I / Foto: Alan Holdren (ACI Prensa)

VATICANO, 08 Jun. 14 / 10:12 pm (ACI).- Los presidentes de Israel, Shimon Peres, y de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, han mantenido este domingo un encuentro sin precedentes en el Vaticano y junto al Papa Francisco para rezar por la paz. Al final de sus palabras, el Santo Padre elevó una sentida oración que reproducimos a continuación:

Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica. Hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas; tantos momentos de hostilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas; tantas esperanzas abatidas… Pero nuestros esfuerzos han sido en vano.

Ahora, Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos la valentía para decir: «¡Nunca más la guerra»; «con la guerra, todo queda destruido». Infúndenos el valor de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz.

Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino.

Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores en confianza y nuestras tensiones en perdón. Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz.

Y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam. Amén.

 

Fuente

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La Oracion de Daniel

Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.

Y oré á Jehová mi Dios, y confesé, y dije: Ahora Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

Hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios.

No hemos obedecido á tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron á nuestros reyes, y á nuestros príncipes, á nuestros padres, y á todo el pueblo de la tierra.

Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy á todo hombre de Judá, y á los moradores de Jerusalem, y á todo Israel, á los de cerca y á los de lejos, en todas las tierras á donde los has echado á causa de su rebelión con que contra ti se rebelaron.

Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes, y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.

De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado;

10 Y no obedecimos á la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas.

11 Y todo Israel traspasó tu ley apartándose para no oir tu voz: por lo cual ha fluído sobre nosotros la maldición, y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

12 Y él ha verificado su palabra que habló sobre nosotros, y sobre nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; que nunca fué hecho debajo del cielo como el que fué hecho en Jerusalem.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, todo aqueste mal vino sobre nosotros: y no hemos rogado á la faz de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad.

14 Veló por tanto Jehová sobre el mal, y trájolo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que hizo, porque no obedecimos á su voz.

15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste nombre cual en este día; hemos pecado, impíamente hemos hecho.

16 Oh Señor, según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalem, tu santo monte: porque á causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalem y tu pueblo dados son en oprobio á todos en derredor nuestro.

17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos ante tu acatamiento confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas miseraciones.

19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y haz; no pongas dilación, por amor de ti mismo, Dios mío: porque tu nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

 

Daniel 9:3-19.

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Salmo 23

Uploaded by luisperro100 on Jun 11, 2010
SALMO 23

Quedaos aquí, y velad conmigo

36 Entonces llegó Jesús con ellos á la aldea que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.

37 Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebedeo, comenzó á entristecerse y á angustiarse en gran manera.

38 Entonces Jesús les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.

39 Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.

40 Y vino á sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo á Pedro: ¿Así no habéis podido velar conmigo una hora?

41 Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.

42 Otra vez fué, segunda vez, y oró diciendo. Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

43 Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos estaban agravados.

44 Y dejándolos fuése de nuevo, y oró tercera vez, diciendo las mismas palabras.

45 Entonces vino á sus discípulos y díceles: Dormid ya, y descansad: he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.

46 Levantaos, vamos: he aquí ha llegado el que me ha entregado.

47 Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él mucha gente con espadas y con palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.

48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle.

49 Y luego que llegó á Jesús, dijo: Salve, Maestro. Y le besó.

50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿á qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano á Jesús, y le prendieron.

51 Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, é hiriendo á un siervo del pontífice, le quitó la oreja.

52 Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada á su lugar; porque todos los que tomaren espada, á espada perecerán.

53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles?

54 ¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, que así conviene que sea hecho?

55 En aquella hora dijo Jesús á las gentes: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.

56 Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole.

Mateo 26:36-56.

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Muéstrame, oh Jehová, tus caminos

Salmos 25

1A TI, oh Jehová, levantaré mi alma.

2Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.

3Ciertamente ninguno de cuantos en ti esperan será confundido: Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

4Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.

5Encamíname en tu verdad, y enséñame; Porque tú eres el Dios de mi salud: En ti he esperado todo el día.

6Acuérdate, oh Jehová, de tus conmiseraciones y de tus misericordias, Que son perpetuas.

7De los pecados de mi mocedad, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme á tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová.

8Bueno y recto es Jehová: Por tanto él enseñará á los pecadores el camino.

9Encaminará á los humildes por el juicio, Y enseñará á los mansos su carrera.

10Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

11Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado; porque es grande.

12¿Quién es el hombre que teme á Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

13Su alma reposará en el bien, Y su simiente heredará la tierra.

14El secreto de Jehová es para los que le temen; Y á ellos hará conocer su alianza.

15Mis ojos están siempre hacia Jehová; Porque él sacará mis pies de la red.

16Mírame, y ten misericordia de mí; Porque estoy solo y afligido.

17Las angustias de mi corazón se han aumentado: Sácame de mis congojas.

18Mira mi aflicción y mi trabajo: Y perdona todos mis pecados.

19Mira mis enemigos, que se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen.

20Guarda mi alma, y líbrame: No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

21Integridad y rectitud me guarden; Porque en ti he esperado.

22Redime, oh Dios, á Israel De todas sus angustias.

Reina-Valera Antigua (RVA)

Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud …

Salmos 27

1JEHOVA es mi luz y mi salvación: ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida: ¿de quién he de atemorizarme?

2Cuando se allegaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

3Aunque se asiente campo contra mí, No temerá mi corazón: Aunque contra mí se levante guerra, Yo en esto confío.

4Una cosa he demandado á Jehová, ésta buscaré: Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

5Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Ocultaráme en lo reservado de su pabellón; Pondráme en alto sobre una roca.

6Y luego ensalzará mi cabeza sobre mis enemigos en derredor de mí: Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo: Cantaré y salmearé á Jehová.

7Oye, oh Jehová, mi voz con que á ti clamo; Y ten misericordia de mí, respóndeme.

8Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová.

9No escondas tu rostro de mí, No apartes con ira á tu siervo: Mi ayuda has sido; No me dejes y no me desampares, Dios de mi salud.

10Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Jehová con todo me recogerá.

11Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud, A causa de mis enemigos.

12No me entregues á la voluntad de mis enemigos; Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.

13Hubiera yo desmayado, si no creyese que tengo de ver la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes.

14Aguarda á Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón: Sí, espera á Jehová.

Reina-Valera Antigua (RVA)

Quedaos aquí y velad conmigo

36Entonces llegó Jesús con ellos á la aldea que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.

37Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebedeo, comenzó á entristecerse y á angustiarse en gran manera.

38Entonces Jesús les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.

39Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.

40Y vino á sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo á Pedro: ¿Así no habéis podido velar conmigo una hora?

41Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.

42Otra vez fué, segunda vez, y oró diciendo. Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

43Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos estaban agravados.

44Y dejándolos fuése de nuevo, y oró tercera vez, diciendo las mismas palabras.

45Entonces vino á sus discípulos y díceles: Dormid ya, y descansad: he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.

46Levantaos, vamos: he aquí ha llegado el que me ha entregado.

Mateo 26:36-46

Y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

Salmos 90

1SEñOR, tú nos has sido refugio En generación y en generación.

2Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4Porque mil años delante de tus ojos, Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.

5Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño; Como la hierba que crece en la mañana:

6En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca.

7Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos conturbados.

8Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros á la luz de tu rostro.

9Porque todos nuestros días declinan á causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10Los días de nuestra edad son setenta años; Que si en los más robustos son ochenta años, Con todo su fortaleza es molestia y trabajo; Porque es cortado presto, y volamos.

11¿Quién conoce la fortaleza de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido?

12Enséñanos de tal modo á contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.

13Vuélvete, oh Jehová: ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.

14Sácianos presto de tu misericordia: Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15Alégranos conforme á los días que nos afligiste, Y los años que vimos mal.

16Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos.

17Y sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros: Y ordena en nosotros la obra de nuestras manos, La obra de nuestras manos confirma.

La tierra está llena de tus beneficios

Salmos 104

1BENDICE, alma mía, á Jehová. Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; Haste vestido de gloria y de magnificencia.

2El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina;

3Que establece sus aposentos entre las aguas; El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;

4El que hace á sus ángeles espíritus, Sus ministros al fuego flameante.

5El fundó la tierra sobre sus basas; No será jamás removida.

6Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.

7A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;

8Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.

9Pusísteles término, el cual no traspasarán; Ni volverán á cubrir la tierra.

10Tú eres el que envías las fuentes por los arroyos; Van entre los montes.

11Abrevan á todas las bestias del campo: Quebrantan su sed los asnos montaraces.

12Junto á aquellos habitarán las aves de los cielos; Entre las ramas dan voces.

13El que riega los montes desde sus aposentos: Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

14El que hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre; Sacando el pan de la tierra.

15Y el vino que alegra el corazón del hombre, Y el aceite que hace lucir el rostro, Y el pan que sustenta el corazón del hombre.

16Llénanse de jugo los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano que él plantó.

17Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña.

18Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos.

19Hizo la luna para los tiempos: El sol conoce su ocaso.

20Pone las tinieblas, y es la noche: En ella corretean todas las bestias de la selva.

21Los leoncillos braman á la presa, Y para buscar de Dios su comida.

22Sale el sol, recógense, Y échanse en sus cuevas.

23Sale el hombre á su hacienda, Y á su labranza hasta la tarde.

24¡Cuán muchas son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría: La tierra está llena de tus beneficios.

25Asimismo esta gran mar y ancha de términos: En ella pescados sin número, Animales pequeños y grandes.

26Allí andan navíos; Allí este leviathán que hiciste para que jugase en ella.

27Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida á su tiempo.

28Les das, recogen; Abres tu mano, hártanse de bien.

29Escondes tu rostro, túrbanse: Les quitas el espíritu, dejan de ser, Y tórnanse en su polvo.

30Envías tu espíritu, críanse: Y renuevas la haz de la tierra.

31Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en sus obras;

32El cual mira á la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.

33A Jehová cantaré en mi vida: A mi Dios salmearé mientras viviere.

34Serme ha suave hablar de él: Yo me alegraré en Jehová.

35Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, á Jehová. Aleluya.

Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve (Salmos 51)

Salmos 51

1TEN piedad de mí, oh Dios, conforme á tu misericordia: Conforme á la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

2Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

3Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí.

4A ti, á ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

5He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.

6He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo: Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

7Purifícame con hisopo, y será limpio: Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.
8Hazme oir gozo y alegría; Y se recrearán los huesos que has abatido.

9Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

10Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

11No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu.

12Vuélveme el gozo de tu salud; Y el espíritu libre me sustente.

13Enseñaré á los prevaricadores tus caminos; Y los pecadores se convertirán á ti.

14Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salud: Cantará mi lengua tu justicia.

15Señor, abre mis labios; Y publicará mi boca tu alabanza.

16Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto.

17Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

18Haz bien con tu benevolencia á Sión: Edifica los muros de Jerusalem.

19Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto ú ofrenda del todo quemada: Entonces ofrecerán sobre tu altar becerros.