“Porque no hará nada Jehova el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Amos 3:7.

Archivo para septiembre, 2018

No está lejos el tiempo en que cada alma será probada

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En la obra final que Dios realiza en la tierra, el estandarte de su ley volverá a enarbolarse. Puede prevalecer la religión falsa, abundar la iniquidad, enfriarse el amor de muchos, perderse de vista la cruz del Calvario, y pueden las tinieblas esparcirse por la tierra como mortaja; puede volverse contra la verdad toda la fuerza de las corrientes populares; pueden tramarse una maquinación tras otra para destruir al pueblo de Dios; pero en la hora del mayor peligro, el Dios de Elías suscitará instrumentos humanos para proclamar un mensaje que no será acallado. En las ciudades populosas de la tierra, y en los lugares donde los hombres más se han esforzado por hablar contra el Altísimo, se oirá la voz de una reprensión severa. Con osadía los hombres designados por Dios denunciarán la unión de la iglesia con el mundo. Con fervor invitarán a hombres y mujeres a apartarse de la observancia de una institución humana para guardar el verdadero día de reposo. Proclamarán a toda nación: “Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas… Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente, o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira.” Apocalipsis 14:7-10.

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Dios no violará su pacto, ni alterará lo que proclamaron sus labios. Su palabra perdurará para siempre, tan inalterable como su trono. En el juicio, este pacto se destacará, escrito claramente por el dedo de Dios; y el mundo será emplazado ante el tribunal de la justicia infinita para recibir su sentencia.

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Hoy como en el tiempo de Elías, la línea de demarcación entre el pueblo que guarda los mandamientos de Dios y los adoradores de los falsos dioses está claramente trazada. Elías clamó: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.” 1 Reyes 18:21. Y el mensaje destinado a nuestra época es: “Caída es, caída es la grande Babilonia… Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.” Apocalipsis 18:2, 4, 5.

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No está lejos el tiempo en que cada alma será probada. Se procurará imponernos la observancia del falso día de reposo. La contienda será entre los mandamientos de Dios y los de los hombres. Los que hayan cedido paso a paso a las exigencias mundanales y se hayan conformado a las costumbres del mundo cederán a las autoridades, antes que someterse al ridículo, los insultos, las amenazas de encarcelamiento y la muerte. En aquel tiempo el oro quedará separado de la escoria. La verdadera piedad se distinguirá claramente de las apariencias de ella y su oropel. Más de una estrella que hemos admirado por su brillo se apagará entonces en las tinieblas. Los que hayan asumido los atavíos del santuario, pero no estén revestidos de la justicia de Cristo, se verán en la vergüenza de su propia desnudez.

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Entre los habitantes de la tierra, hay, dispersos en todo país, quienes no han doblado la rodilla ante Baal. Como las estrellas del cielo, que sólo se ven de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas cubran la tierra y densa obscuridad los pueblos. En la pagana Africa, en las tierras católicas de Europa y de Sudamérica, en la China, en la India, en las islas del mar y en todos los rincones obscuros de la tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación, entre toda lengua y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que “todos, … pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos” (Apocalipsis 13:16), reciban, so pena de muerte, la señal de lealtad a un falso día de reposo, estos fieles, “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa,” resplandecerán “como luminares en el mundo.” Filipenses 2:15. Cuanto más obscura sea la noche, mayor será el esplendor con que brillarán.

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Profetas y Reyes, pp. 139,140.

Por tanto, pastores, oid palabra de Jehová

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Y FUÉ á mí palabra de Jehová, diciendo:

2 Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y diles á los pastores: Así ha dicho el Señor Jehová: ­Ay de los pastores de Israel, que se apacientan á sí mismos! ¿No apacientan los pastores los rebaños?
3 Coméis la leche, y os vestís de la lana: la gruesa degolláis, no apacentáis las ovejas.
4 No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia;
5 Y están derramadas por falta de pastor; y fueron para ser comidas de toda bestia del campo, y fueron esparcidas.
6 Y anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto: y en toda la haz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no hubo quien buscase, ni quien requiriese.
7 Por tanto, pastores, oid palabra de Jehová:
8 Vivo yo, ha dicho el Señor Jehová, que por cuanto mi rebaño fué para ser robado, y mis ovejas fueron para ser comidas de toda bestia del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron á sí mismos, y no apacentaron mis ovejas;
9 Por tanto, oh pastores, oid palabra de Jehová:
10 Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo á los pastores; y requeriré mis ovejas de su mano, y haréles dejar de apacentar las ovejas: ni los pastores se apacentarán más á sí mismos; pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.
11 Porque así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo, yo requeriré mis ovejas, y las reconoceré.
12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.
13 Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras: y las meteré en su tierra, y las apacentaré en los montes de Israel por las riberas, y en todas las habitaciones del país.
14 En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel será su majada: allí dormirán en buena majada, y en pastos gruesos serán apacentadas sobre los montes de Israel.
15 Yo apacentaré mis ovejas, y yo les haré tener majada, dice el Señor Jehová.
16 Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma: mas á la gruesa y á la fuerte destruiré. Yo las apacentaré en juicio.
17 Mas vosotras, ovejas mías, así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos.
18 ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que holléis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas sentadas, holléis además con vuestros pies las que quedan?
19 Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis hollado.
20 Por tanto, así les dice el Señor Jehová: He aquí, yo, yo juzgaré entre la oveja gruesa y la oveja flaca,
21 Por cuanto rempujasteis con el lado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos á todas las flacas, hasta que las esparcisteis fuera.
22 Yo salvaré á mis ovejas, y nunca más serán en rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja.
23 Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará; á mi siervo David: él las apacentará, y él les será por pastor.
24 Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado.
25 Y estableceré con ellos pacto de paz, y haré cesar de la tierra las malas bestias; y habitarán en el desierto seguramente, y dormirán en los bosques.
26 Y daré á ellas, y á los alrededores de mi collado, bendición; y haré descender la lluvia en su tiempo, lluvias de bendición serán.
27 Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra seguramente; y sabrán que yo soy Jehová, cuando quebrare las coyundas de su yugo, y los librare de mano de los que se sirven de ellos.
28 Y no serán más presa de las gentes, ni las bestias de la tierra las devorarán; sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante;
29 Y despertaréles una planta por nombre, y no más serán consumidos de hambre en la tierra, ni serán más avergonzados de las gentes.
30 Y sabrán que yo su Dios Jehová soy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice el Señor Jehová.
31 Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el Señor Jehová.

Ezequiel 34

Nuevo informe revela décadas de abuso por parte de la Iglesia en Alemania

 

¿Tiene el vaticano la verdadera intención de acabar con los abusos sexuales entre otros?

 

El papa Francisco defiende el descanso dominical

05 de Setiembre de 2018 08:52

Por AFP
CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco defendió el reposo dominical, que permite a los cristianos “hacer las paces” con su propia vida, pero criticó la sociedad de “diversión” y “evasión”.

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/ EFE

El domingo permite “hacer las paces con la vida”, dijo Francisco ante miles de fieles reunidos en la plaza San Pedro del Vaticano, para la tradicional audiencia de los miércoles.
“La verdadera paz no es cambiar la propia historia, sino acogerla y valorizarla” , dijo el papa Francisco. “¡El hombre no ha descansado nunca tanto como hoy, y sin embargo el hombre nunca ha experimentado tanto vacío como hoy!”, exclamó el pontífice.
Francisco exhortó a distinguir entre el verdadero reposo y el falso descanso en un mundo que diseña la sociedad como “un gran parque de diversiones donde todos se divierten”.
“El concepto de vida que domina actualmente no reposa sobre la actividad sino sobre la evasión” y “esa mentalidad conduce a una vida anestesiada por la diversión, que no es el reposo”, advirtió.

Fuente

Breve tiempo de paz

 

Ante juzgados y concilios | 1 de Septiembre | Maranata: El Señor viene | Elena G. de White